NEBULOSA PLANETARIA RODEADA DE POLVO Y GAS
Fuente: NASA EN ESPAÑOL
El Hubble Fotografía una Nebulosa Planetaria Rodeada de Polvo y Gas
Este ardiente remolino podría parecer sacado de El Señor de los Anillos, pero se trata en realidad de la nebulosa planetaria ESO 456-67. Esta espectacular formación se encuentra en la constelación de Sagitario (El Arquero).
A pesar de su nombre, estas etéreas estructuras no tienen nada que ver con los planetas. El término fue acuñado hace más de un siglo, cuando los astrónomos de la época descubrieron unos objetos pequeños y compactos, de apariencia similar a los planetas, a través de sus rudimentarios telescopios.
Cuando una estrella como nuestro Sol llega al final de su vida, expulsa materia al espacio, rodeándose de una serie de capas de polvo y gas que forman lo que conocemos como una nebulosa planetaria. En el centro de esta intrincada estructura se encuentran los restos de la estrella original, ahora convertida en una pequeña y densa enana blanca.
En esta imagen de ESO 456-67 tomada por el Telescopio Espacial Hubble se pueden distinguir las distintas bocanadas expulsadas por la estrella. Cada una se muestra en un tono diferente – franjas concéntricas de gas tintado de rojo, naranja, amarillo y verde, con una amplia zona despejada en el corazón de la nebulosa.
Todavía no sabemos por qué las nebulosas planetarias adoptan tal variedad de formas y estructuras. Algunas parecen esféricas, otras elípticas, las hay que lanzan materia desde sus regiones polares, con forma de ocho o de reloj de arena, y otras parecen caóticas explosiones estelares, por describir algunas de las más comunes.
Este ardiente remolino podría parecer sacado de El Señor de los Anillos, pero se trata en realidad de la nebulosa planetaria ESO 456-67. Esta espectacular formación se encuentra en la constelación de Sagitario (El Arquero).
A pesar de su nombre, estas etéreas estructuras no tienen nada que ver con los planetas. El término fue acuñado hace más de un siglo, cuando los astrónomos de la época descubrieron unos objetos pequeños y compactos, de apariencia similar a los planetas, a través de sus rudimentarios telescopios.
Cuando una estrella como nuestro Sol llega al final de su vida, expulsa materia al espacio, rodeándose de una serie de capas de polvo y gas que forman lo que conocemos como una nebulosa planetaria. En el centro de esta intrincada estructura se encuentran los restos de la estrella original, ahora convertida en una pequeña y densa enana blanca.
En esta imagen de ESO 456-67 tomada por el Telescopio Espacial Hubble se pueden distinguir las distintas bocanadas expulsadas por la estrella. Cada una se muestra en un tono diferente – franjas concéntricas de gas tintado de rojo, naranja, amarillo y verde, con una amplia zona despejada en el corazón de la nebulosa.
Todavía no sabemos por qué las nebulosas planetarias adoptan tal variedad de formas y estructuras. Algunas parecen esféricas, otras elípticas, las hay que lanzan materia desde sus regiones polares, con forma de ocho o de reloj de arena, y otras parecen caóticas explosiones estelares, por describir algunas de las más comunes.
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