LA AVENTURA DE LEER
Merche nos manda este poema para celebrar el día del libro. ¡Gracias Merche!
La aventura de leer
Vivía un viejo libro en una estantería.
"¿Por qué nadie me lee?", lloraba cada día.
Hasta que una mañana salió de casa Queca
y sin saber bien cómo, llegó a la biblioteca.
Cogió el libro olvidado y abrió sus tapas rojas:
cientos de personajes salieron de sus hojas.
Queca estaba encantada al ver que, de repente,
seres maravillosos volaban por su mente.
Como el terrible Alfredo, el rey de los dragones,
al que daban un miedo tremendo los ratones.
Un día en su guarida se le coló un ratón
y dio un salto tan grande que aterrizó en Plutón.
La princesa Elisenda, que no besaba a un sapo
ni aunque se convirtiera en un príncipe guapo.
"¡Qué bicho tan viscoso! ─protestaba altanera─.
Antes que darle un beso, me quedaré soltera."
En su imaginación vio a un caballero andante,
que soñaba a menudo con ser un gran cantante.
Soltaba tales gallos ─esto que os cuento es cierto─
que hacía que lloviera hasta en pleno desierto.
Miss Bruja 2011, nariguda, dentona,
luciendo mil verrugas y pelos de fregona,
al mirarse al espejo sonreía orgullosa.
¡La hacía tan feliz ser fea y horrorosa…!
El pirata Tadeo, al que con la humedad
le salían juanetes. ¡Vaya contrariedad!
Y posado en su hombro, el loro Luis Ernesto
le picaba la oreja. ¡Qué loro tan molesto!
Pasó por su cabeza volando el hada Lola,
que hechizaba a lo loco: no daba pie con bola.
A la Bella Durmiente, moviendo su varita,
la transformó una noche en pizza margarita.
El libro era genial. Queca estaba asombrada.
Se sentía con él requeteacompañada…
Lo biblio iba a cerrar. Tenía el tiempo justo.
Dejó el libro en su sitio, pero con gran disgusto.
Y dijo para sí: "¡Qué mágica aventura
acabo de vivir gracias a la lectura.
Lo he pasado muy bien. Un libro es fascinante.
Leeré todos los días de ahora en adelante".
La aventura de leer
Vivía un viejo libro en una estantería.
"¿Por qué nadie me lee?", lloraba cada día.
Hasta que una mañana salió de casa Queca
y sin saber bien cómo, llegó a la biblioteca.
Cogió el libro olvidado y abrió sus tapas rojas:
cientos de personajes salieron de sus hojas.
Queca estaba encantada al ver que, de repente,
seres maravillosos volaban por su mente.
Como el terrible Alfredo, el rey de los dragones,
al que daban un miedo tremendo los ratones.
Un día en su guarida se le coló un ratón
y dio un salto tan grande que aterrizó en Plutón.
La princesa Elisenda, que no besaba a un sapo
ni aunque se convirtiera en un príncipe guapo.
"¡Qué bicho tan viscoso! ─protestaba altanera─.
Antes que darle un beso, me quedaré soltera."
En su imaginación vio a un caballero andante,
que soñaba a menudo con ser un gran cantante.
Soltaba tales gallos ─esto que os cuento es cierto─
que hacía que lloviera hasta en pleno desierto.
Miss Bruja 2011, nariguda, dentona,
luciendo mil verrugas y pelos de fregona,
al mirarse al espejo sonreía orgullosa.
¡La hacía tan feliz ser fea y horrorosa…!
El pirata Tadeo, al que con la humedad
le salían juanetes. ¡Vaya contrariedad!
Y posado en su hombro, el loro Luis Ernesto
le picaba la oreja. ¡Qué loro tan molesto!
Pasó por su cabeza volando el hada Lola,
que hechizaba a lo loco: no daba pie con bola.
A la Bella Durmiente, moviendo su varita,
la transformó una noche en pizza margarita.
El libro era genial. Queca estaba asombrada.
Se sentía con él requeteacompañada…
Lo biblio iba a cerrar. Tenía el tiempo justo.
Dejó el libro en su sitio, pero con gran disgusto.
Y dijo para sí: "¡Qué mágica aventura
acabo de vivir gracias a la lectura.
Lo he pasado muy bien. Un libro es fascinante.
Leeré todos los días de ahora en adelante".
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